He continuado el camino, sigo perdida, cuanta falta me hace su guía, o tal vez sea sólo la idea de el lo que me pesa; no lo se. Me dijeron una vez que en la vida no hay casualidades, que todo tiene una razón de ser, que el destino o un plan divino, como quieran llamarlo, traza las direcciones a donde nuestros espacios de vida se hunden, se refrescan, se sorprenden.
Ahi vuelve el, esa cara ya conocida se convierte en el cuerpo donde se funden mis deseos, mis necesidades, mis afectos. Lo tengo frente a mi y me volco en el, olvido los deberes y las responsabilidades, se que formará parte de mi pasado, lo guardaré celosamente, que guarde mi retrato entre las hojas de su libro favorito, que en nuestra vejez, en esas largas horas de espera a la muerte, acariciemos el recuerdo de esta aventura.